Hubo un tiempo donde el nombre a la espalda de la casaca del equipo carecía de valor. El cuadro de Róterdam se plantearía la salida del lateral si llegase alguna oferta entre 15 y 20 millones de euros. Sea Londres, Nueva York o Barcelona. O no existía, como aún sucede en la inmaculada blusa de los New York Yankees. La dificultad para conseguir equipaciones iguales para todos los integrantes y debido al coste de ellas, permitía verse varios modelos entre los jugadores.